En EDF estamos profundamente consternados por el futuro de la vaquita marina, un pequeño cetáceo endémico del Alto Golfo de California. Catalogada por varios años en peligro de extinción, la vaquita enfrenta una amenaza adicional a su supervivencia: la desenfrenada pesca ilegal de otra especie en peligro de extinción, la totoaba, un pez del Alto Golfo cuya vejiga natatoria o “buche”, como se le conoce comúnmente, tiene un gran valor en la cocina asiática. La situación se torna aún más grave toda vez que los científicos han estimado que existen menos de 60 especímenes de vaquita, incrementando la urgencia de tomar acciones. Sobra decir que no sólo el futuro de la vaquita y de la totoaba está en riesgo; el futuro de miles de pescadores que actúan legalmente y que dependen de la actividad pesquera en la región es incierto debido a las acciones de manejo propuestas por el Gobierno de México para proteger a la vaquita.
En julio de este año, el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, y el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunciaron una serie de acciones para proteger a la vaquita, entre ellas la prohibición permanente de redes de enmalle en la región del Alto Golfo donde ésta habita, el desarrollo y uso de artes de pesca alternativos para asegurar que la pesca legal no interactúe con la vaquita y una mayor coordinación bilateral para promover el cumplimiento de la ley y erradicar el comercio ilegal de totoaba. Por su parte, el Gobierno mexicano ha comenzado a tomar acciones adicionales, entre ellas la organización de un Foro de Consulta con el sector pesquero y Acuícola para una Pesca Sustentable, en la Comisión de Pesca del Senado de la República, para proveer una plataforma donde los diversos actores del Alto Golfo de California expresen sus inquietudes y alternativas en torno a la situación actual de la región.
Reconocemos los esfuerzos de ambos Gobiernos para entender la urgencia e importancia que esta situación requiere, tal como lo muestra el anuncio hecho hace un par de semanas. Sin embargo, estas acciones por si solas no son suficientes. Lo verdaderamente necesario es erradicar la pesca ilegal de totoaba. Mientras continúe la pesca ilegal de totoaba, la vaquita seguirá altamente amenazada ante el riesgo de quedar atrapada en las redes de pesca utilizadas para capturar a la totoaba, al tiempo que la población de este pez continuará en declive.
Para enfrentar este problema, en EDF estamos trabajando, junto con un grupo de expertos y actores del sector pesquero comprometidos con desarrollar soluciones innovadoras, para resolver la raíz del problema: acabar con la pesca ilegal. Para lograrlo se requieren cambios sistémicos, incluyendo soluciones que generen consecuencias reales para quien realice actividades ilegales, así como incentivos para quien respete las normas. En ese sentido, es necesario combatir la corrupción en los procesos de aplicación de la ley y la impunidad. Asimismo, consideramos necesario sumar esfuerzos para reducir el mercado negro del buche de totoaba. Muchas de estas soluciones requieren cambios en el agua, mientras que otras también requieren cooperación entre México y Estados Unidos y otras naciones.
Además de promover soluciones que terminen con la pesca ilegal, en EDF seguiremos trabajando codo a codo con las comunidades pesqueras del Alto Golfo de California para desarrollar estándares de calidad –con procesos de verificación transparentes- para garantizar que las pesquerías legales no causen daño alguno a la vaquita o sean utilizadas como encubrimiento para la pesca ilegal de totoaba. Esto incluye trabajar particularmente con la pesquería de curvina golfina, una de las pesquerías más importantes en términos económicos en la región, y que ha mejorado substancialmente su desempeño a partir de un manejo basado en derechos y en la mejor información científica disponible.
Este es el momento para actuar y resolver los retos que aquejan al Alto Golfo de California. Con soluciones innovadoras, basadas en tecnología y la mejor información científica disponible, así como con el compromiso fehaciente y continuo de las comunidades pesqueras de la región, es posible tener un Alto Golfo vibrante, lleno de vida y biodiversidad –incluyendo por supuesto a la vaquita y la totoaba- con un futuro más estable para las miles de familias que habitan en él.