Reducir la desigualdad en la pesca de pequeña escala apoya a toda el sector por igual

imageEditrudith Lukanga es líder mundial en cuestiones de pesca de pequeña escala y aborda desafíos como la equidad de género, la seguridad alimentaria y la disminución de la pobreza. Actualmente vive en Tanzania y es la fundadora y directora ejecutiva de la Organización de Gestión Ambiental y Desarrollo Económico (EMEDO), una organización de desarrollo sin fines de lucro que trabaja en desafíos ambientales y socioeconómicos en su país. Su compromiso de apoyar a las comunidades pesqueras de pequeña escala condujo al establecimiento de la Asociación de Mujeres Trabajadoras de la Pesca de Tanzania. También es copresidenta del Foro Mundial de Pescadores y Trabajadores de la Pesca y es Secretaria General de la Red de Mujeres Africanas Procesadoras y Comerciantes.

A medida que la pandemia de COVID-19 rodea el mundo, interrumpiendo todo a su paso, el sector pesquero se encuentra entre los más afectados. En ninguna parte es esto más evidente que en las aldeas rurales y las comunidades pesqueras de pequeña escala que dependen del mar, los lagos y los ríos para su alimentación y sustento. El virus presenta un riesgo mortal debido a que las embarcaciones de pesca no siempre permiten guardar una adecuada distancia entre sus tripulantes, lo mismo que las instalaciones de procesamiento y los mercados donde las y los pescadores aún deben ir a vender sus productos. Y esto claramente está afectando la nutrición y el bienestar de los miles de millones de personas que dependen del pescado para alimentarse. Con pocos recursos para combatir la pandemia, el virus está poniendo de relieve los impactos de una desigualdad sistémica que afecta a las y los pescadores de pequeña escala. Lo que estamos viviendo debería servir como una llamada de atención para que cuando salgamos de esta, lo hagamos con una mayor conciencia sobre las desigualdades con las que hemos vivido y con una determinación más fuerte para crear un cambio positivo y duradero.

Desde Vigo , uno de los mercados de pescados y mariscos más grandes de Europa, hasta el Lago Victoria -donde se encuentra la pesquería de agua dulce más grande de África-, la pandemia está afectando drásticamente los sistemas alimentarios de la pesca y la acuicultura . Al mismo tiempo, los desafíos y las desigualdades que enfrentan quienes trabajan en la pesca de pequeña escala en los países en vías de desarrollo, y especialmente las mujeres, están siendo exacerbados por un virus cruelmente indiferente a sus circunstancias. Por ejemplo, las mujeres que trabajan en el sector pesqueros con frecuencia trabajan en instalaciones de procesamiento donde no es posible guardar una distancia física adecuada, o en mercados o pescaderías donde la exposición directa al público las pone en un mayor riesgo, como lo ejemplifica esta historia de Seafood Source de la Asociación Internacional de Mujeres en la Industria Pesquera.

COVID-19 es el desafío más reciente al que se enfrentan las comunidades pesqueras de pequeña escala, pero no el único. El cambio climático también está afectando desproporcionadamente el suministro de alimentos y sus medios de vida, ya que el calentamiento de las aguas está causando una pérdida neta de productividad y abundancia en la pesca. De hecho, el cambio climático es también un resultado de las acciones y decisiones inequitativas por parte de actores que están en el poder. Las pesquerías artesanales en los trópicos se encuentran entre las que tienen una menor huella de carbono y la menor responsabilidad por la actual crisis climática. Sin embargo, se ven desproporcionadamente afectadas por esta situación, ya que los trópicos perderán recursos pesqueros a medida que migren hacia los polos en búsqueda de aguas más frías. Está claro que se necesitan medidas para revertir el trato desigual que enfrentan las comunidades pesqueras costeras y continentales, junto con los impactos que tendrán por el cambio climático.

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Este tipo de desafíos son la razón por la que organicé junto con un grupo de mujeres la primera reunión de mujeres en la pesca, que posteriormente dio forma a la Asociación de Mujeres Trabajadoras de la Pesca de Tanzania (TAWFA por sus siglas en inglés), constituida en abril de 2019. Decidimos unirnos para enfrentar algunos de los desafíos perennes que tenemos las mujeres en la pesca, como el acceso a los recursos pesqueros o a créditos, así como laborar en condiciones deficientes e inseguras - las cuales se han hecho aún más riesgosas debido a COVID-19. Por razones similares, junto con las trabajadoras de la pesca africanas, lanzamos la Red de Mujeres Procesadoras y Comerciantes de África en abril de 2017, con el objetivo de compartir experiencias de manera colectiva y abogar como «una sola voz» por reformas en el sector y acciones de desarrollo que empoderen a las mujeres para fortalecer aún más sus capacidades y con ello acceder, gestionar y utilizar de manera sostenible los recursos pesqueros de África para su bienestar y el de la sociedad. Sus conmovedoras historias de perseverancia e ingenio frente a enormes desafíos por los que atraviesan me impulsan todos los días a luchar por sus derechos.

Ya es hora de que los líderes mundiales echen un vistazo más de cerca a la pesca a través de una lente de equidad y género. Por lo tanto, celebro el hecho de que el Panel de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible, un grupo compuesto por más de una docena de jefes de gobierno de países de todos los tamaños y en todas las etapas de desarrollo, se haya centrado en mejorar la equidad de los océanos como uno de sus objetivos clave.  Uno de sus documentos base o Blue Paper, titulado » Hacia una equidad Oceánica», analiza cómo la equidad es crítica para crear una economía oceánica sostenible y enlista una serie de recomendaciones para lograr una distribución equitativa de los recursos oceánicos.

Estoy de acuerdo con el panel en que «la desigualdad se manifiesta … en la distribución injusta de las capturas comerciales de pescados y mariscos; en la limitación del poder político de las y los pescadores de pequeña escala, en particular de las mujeres y otros grupos minoritarios; en la limitada participación de las naciones en vías de desarrollo en actividades de alta mar y en la toma de decisiones asociado a ello; y en intereses de las cadenas de suministro globales consolidados en algunas corporaciones transnacionales, con evidencia de operar con poca transparencia y violaciones a los derechos humanos «. Dichas desigualdades pueden tener numerosas causas, desde legados históricos y coloniales, hasta la falta de acceso y asignación de recursos, la violación a los derechos territoriales y de tenencia, y la falta de recursos financieros o capacidad tecnológica. Los gobiernos deben abordar estas causas con vigor y concentración. El primer paso y el más importante es que escuchen a las y los pescadores y que les permitan ocupar el lugar que les corresponde en la toma de decisiones. Asimismo, la implementación de Las Directrices voluntarias para asegurar la pesca sostenible a pequeña escala en el contexto de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza (Directrices SSF) , el primer instrumento acordado internacionalmente dedicado exclusivamente al sector de la pesca de pequeña escala, es un buen comienzo.

Excluir a las y los pescadores y trabajadores de la pesca de la toma de decisiones hace más daño que simplemente privarlos de sus derechos. Hacer esto también aumenta el riesgo del uso insostenible de los recursos pesqueros de los que dependen, pues es también ignorar su valioso -y en gran medida aún desconocido- conocimiento ecológico local. Y como lo reconoce el Blue Paper del Panel de Alto Nivel para una Economía Océanica Sostenible, las mujeres y los grupos indígenas son los menos representados en los órganos de toma de decisiones, a pesar de los innumerables roles que desempeñan en la pesca. Nuestra iniciativa en Tanzania es un ejemplo del tipo de acción que se necesita para romper el ciclo de exclusión, vulnerabilidad y pobreza que enfrentan las y los pescadores: alzando la voz de las mujeres en el manejo pesquero local por primera vez en nuestra historia, en la Organización de Gestión Ambiental y Desarrollo Económico de Tanzania (EMEDO), mediante el apoyo a más de 54 representantes de trabajadoras de la pesca marina y continental. Durante su participación, las mujeres dieron sugerencias que, cuando se incorporen a la Iniciativa de Ley de Pesca revisada de 2003, proporcionarán una nueva luz en sus luchas por la inclusión, el reconocimiento y la equidad. Más aún, la posterior capacitación para un liderazgo transformador a las miembras del Comité de Coordinación de la Asociación de Trabajadoras de la Pesca en Tanzania (TAWFA por sus siglas en inglés), les proporciono conocimientos y habilidades para reconocer y apreciar su papel fundamental como facilitadoras del cambio.

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Vemos que los esquemas de manejo basados ​​en la comunidad -como el de Belice, donde las y los pescadores y los funcionarios gubernamentales colaboran en el diseño y la implementación-, dan como resultado sistemas de gestión más equitativos. Los pescadores están facultados para asumir la responsabilidad de la administración de sus recursos al asignarles derechos seguros y exclusivos para pescar en zonas designadas. Bajo este sistema, llamado «Managed Access» (o manejo basado en derecho), las y los pescadores pueden obtener de manera directa los beneficios de una buena gestión de sus recursos y, al mismo tiempo, garantizar la protección de la biodiversidad.

Estos son dos ejemplos de cómo, a nivel nacional y local, los gobiernos, las y los pescadores buscan un futuro más equitativo. «Hacia la equidad del océano» presenta una imagen clara de los impactos de la desigualdad y señala una serie de acciones importantes que los gobiernos pueden tomar para nivelar el campo de acción para la pesca de pequeña escala. Algunas de sus recomendaciones las califican como «sin marcha atrás», como abordar la corrupción y reconocer los derechos de las mujeres y los grupos indígenas. Debe ser evidente que estos pasos deben tomarse de inmediato. Pero esto es claramente insuficiente. Por ello, pido a todos los líderes gubernamentales, no solo a los del Panel de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible, que sean ambiciosos y adopten los cambios que este Blue Paper ha calificado como «transformadores», y que son moralmente imperativos.  Esto ayudará a crear una economía oceánica compartida que facilite la redistribución de la riqueza y los beneficios de una manera equitativa, así como a eliminar el hambre y la pobreza, en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. De manera particular, los países deberían:

  • Mantener a las embarcaciones ilegales de pesca industrial, extranjeras o nacionales, fuera de las aguas costeras reservadas para la pesca de pequeña escala;
  • Brindar una tenencia segura para garantizar que las y los pescadores y trabajadores de la pesca de pequeña escala tengan acceso a los recursos pesqueros y productivos;
  • Promulgar e implementar leyes que otorguen funciones de co-manejo a las y los pescadores y trabajadores de pequeña escala y sus comunidades; y
  • Desarrollar sistemas de manejo que empleen saberes tradicionales, así como conocimientos científicos para determinar controles de captura en niveles sostenibles.