Asegurar alimentos nutritivos, de calidad y accesibles para todas las personas es un derecho y una prioridad que debemos atender todos los países del mundo. Hoy, Día Mundial de la Alimentación, vale la pena analizar la importancia de la pesca sostenible para lograr ese objetivo, tomando como referencia el lema propuesto por la FAO para conmemorarlo: «Cultivar, nutrir, perseverar. Juntos. Nuestras acciones son nuestro futuro»; sobre todo cuando nos enfrentamos a desafíos como el cambio climático y la pandemia de COVID-19. La situación actual merece atención y, sobre todo, de acciones colaborativas entre diversos sectores y la aplicación de ciencia en la toma de decisiones que nos afectan a todos.
Seguridad alimentaria: una prioridad global y nacional
En días recientes, el Programa Mundial de Alimentos de la ONU fue galardonado con el premio Nobel de La Paz, en reconocimiento a su labor para concientizarnos de la situación de hambre que muchos humanos enfrentan en el mundo, y al importante rol que este programa juega para hacer de la seguridad alimentaria un instrumento de paz. El programa considera que, mientras no exista una vacuna contra el coronavirus, «la comida es la mejor vacuna contra el caos». La afirmación es absolutamente cierta, pues la pandemia ha hecho evidente la necesidad de continuar trabajando para erradicar el hambre y proveer alimentos de calidad para proteger la salud y promover el desarrollo de las personas, sobre todo de aquellas en situaciones de pobreza y vulnerabilidad.
Actualmente 135 millones de personas en el mundo padecen hambre severa debido a problemas sociales, el cambio climático y las crisis económicas. De acuerdo con el Programa Mundial de la Alimentos de la ONU, esta cifra podría duplicarse hacia final de año como consecuencia de la pandemia. Es clara la urgencia e importancia de actuar para lograr la seguridad alimentaria en el mundo y avanzar en el segundo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que plantea poner fin al hambre en el mundo en el corto y largo plazos.
En México, una de cada cinco personas tiene problemas para conseguir alimentos, es por ello el Gobierno de México es uno de los promotores de la Agenda 2030 y es importante que impulse programas prioritarios para fortalecer la seguridad y la soberanía alimentaria. Estos objetivos podrían alcanzarse con mayor éxito si se incluye a la pesca sostenible como parte de la solución para erradicar el hambre y garantizar alimentos nutritivos y de calidad para todos los mexicanos.
Pesca, cambio climático y seguridad alimentaria
La pesca no puede separarse de la seguridad alimentaria. A nivel global, tres mil millones de personas -o una de cada dos personas en el mundo- dependen de pescados y mariscos para alimentarse y obtener su principal fuente de proteína del día. La mayoría de ellas viven en países costeros y en vías de desarrollo. Los alimentos que vienen del mar representan una fuente rica en proteínas y micronutrientes esenciales que ayudan a fortalecer el sistema inmunitario, evitar la desnutrición y son críticos para el desarrollo óptimo del cerebro en niños y niñas. Por ello, promover la salud de los océanos a través de la pesca sostenible, permitirá asegurar el alimento para la mitad de la población mundial.En México, la pesca es una actividad social y económica muy importante, siendo el país productor número 13 a nivel mundial. Si bien nuestra producción ha sido más o menos estable a lo largo de los últimos 10 años, es necesario adoptar una visión de sostenibilidad que nos permita asegurar vida marina abundante, más pescados y mariscos en las mesas de las familias mexicanas y prosperidad para las comunidades pesqueras por muchos años más, incluso ante desafíos tan complejos como el cambio climático.
Los efectos del cambio en el clima ya se manifiestan en nuestros océanos. Las afectaciones como cambios en la temperatura, acidez y salinidad del agua del mar están conduciendo a una migración paulatina de los peces hacia otras aguas, lo que podría ocasionar conflictos que solo serán evitables mediante trabajo colaborativo para asegurar el aprovechamiento sostenible de los recursos y alimentos derivados del mar. Contar con pesquerías sostenibles y resilientes al cambio climático resulta vital.
Para ello, necesitamos enfocarnos desde hoy en robustecer la evidencia científica para tomar decisiones, en asegurar la participación de actores clave para facilitar el cumplimiento de acuerdos y en el desarrollo de capacidades en las comunidades pesqueras para que puedan enfrentarse a los desafíos, continuar generando y distribuyendo alimento nutritivo al resto del país y, por supuesto, mejorar su calidad de vida.
A nivel global, debe ser prioritario tener una ruta crítica para pesquerías resilientes al cambio climático; esto implica desarrollar sistemas de manejo que puedan adaptarse rápidamente a los cambios que se presenten en el ambiente, fortalecer la cooperación internacional y adoptar una visión sistémica respecto al manejo de los recursos pesqueros.
«Cultivar, nutrir, preservar. Juntos. Nuestras acciones son nuestro futuro» en la pesca
Para mí, el lema elegido por la FAO para conmemorar el Día Mundial de la Alimentación y su 75 aniversario, significa unir fuerzas desde diferentes frentes y de forma solidaria para tener un sector pesquero robusto, dedicado a producir alimentos nutritivos de forma sostenible y que nuestro país reconozca que las y los pescadores son nuestros héroes de la alimentación. Esto no es imposible: como botones de muestra, existen varias pesquerías que han sido exitosas en la implementación de modelos de manejo pesquero sostenible y, con ello, han sentado las bases para un futuro más próspero, como las pesquerías de curvina golfina y de merluza, en el noroeste del país.
Tenemos una clara oportunidad para contribuir a la seguridad alimentaria de nuestro país, a través del apoyo a la sostenibilidad del sector pesquero, e invirtiendo en la gestión, capacitación y modernización tecnológica del mismo, para hacerlo más productivo y sostenible.
En EDF de México, nuestra visión es lograr que la pesca sea una actividad próspera, que ayude a preservar la salud de los océanos y el bienestar de más de 2 millones de mexicanos que dependen del mar para subsistir, así como a garantizar la seguridad y soberanía alimentaria para hoy y para el futuro.
Hoy, el llamado es contundente: se requiere la adopción de acciones audaces y urgentes para enfrentar estos retos, acompañadas de una sólida voluntad política y visión de futuro que las haga posibles. De no hacerlo, la situación de hambre y deterioro de la biodiversidad en nuestros océanos empeorarán notablemente en los próximos años.