Cambio climático y salud oceánica: importancia de las pesquerías resilientes

​​​El fenómeno del cambio climático no es nuevo, ha existido siempre; sin embargo, en las últimas décadas se ha visto acelerado como consecuencia de la actividad humana. Esencialmente, la temperatura promedio de nuestro planeta ha aumentado, afectando no solamente las condiciones climatológicas en la superficie terrestre del planeta, sino también en las condiciones de nuestros océanos: temperatura, salinidad, nivel marino, acidez, mismas que desencadenan otros efectos, como los movimientos migratorios de las especies que los habitan, en búsqueda de aguas más frías. El cambio climático es el desafío más importante que la humanidad ha enfrentado, y sus consecuencias pueden ser devastadoras para la actividad económica, el bienestar social y la seguridad alimentaria. Si no actuamos con urgencia, la menor disponibilidad de recursos marinos y la pérdida de esta importante fuente de empleo y alimentación de alta calidad tendrá efectos particularmente adversos para nuestras comunidades costeras, históricamente vulnerables.

En el marco del Día Internacional contra el Cambio Climático, debemos reflexionar sobre los retos que suponen el aprovechamiento de nuestros recursos marinos mediante la adopción de modelos de manejo pesquero sostenible y resiliente al cambio climático. El reto no es menor si tomamos en cuenta que alrededor de la mitad de la población del mundo se alimenta con productos del mar y un 10% depende de la pesca para subsistir. Tan solo en México, tenemos cerca de 2 millones de personas que dependen directa o indirectamente de la actividad pesquera, por lo que, si no actuamos hoy, es posible que después sea demasiado tarde y, sobre todo, mucho más costoso.

Entre los diferentes esfuerzos que existen a nivel global para atender las causas y los efectos del cambio climático, destaco dos en específico: el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (Intergovernmental Panel for Climate Change, IPCC), creado en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, y del que forman parte los 195 países miembros de la ONU, y el Panel de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible (High Level Panel for a Sustainable Ocean Economy, HLP), también de Naciones Unidas, que se enfoca en diferentes aspectos de la economía oceánica para asegurar su sostenibilidad, como la protección eficaz de la biodiversidad, la producción sostenible y la prosperidad.

El IPCC tiene por finalidad proporcionar una fuente objetiva de información y conocimiento científico acerca del cambio climático. En su Informe Especial de 2018 sobre los océanos y la criósfera en un contexto de clima cambiante, el IPCC destacó la importancia de “limitar el calentamiento global a 1.5 °C (por arriba de los niveles preindustriales), para aminorar los riesgos para la biodiversidad, la pesca y los ecosistemas marinos, así como las funciones y servicios que éstos prestan a los seres humanos”. Sin embargo, el avance ha sido muy lento para lograr este objetivo tan prioritario.

Por otro lado, el HLP, del que México forma parte, también busca encontrar soluciones viables para enfrentar los retos del cambio climático. Para ello, en su documento “El Océano como Solución al Cambio Climático: Cinco Oportunidades para la Acción” ha puesto énfasis en la salud de los océanos como mecanismo de solución a nuestros retos climáticos, pues sabemos que los océanos, absorben alrededor del 25% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), y hasta 93% del calor excesivo generado por las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático.Una de las oportunidades o áreas de acción propuestas por el HLP se refiere a la pesca y la acuacultura, y plantea que es urgente implementar cambios en nuestra dieta, pasando de proteínas terrestres intensivas en emisiones (por ejemplo, la carne roja) hacia proteínas oceánicas bajas en carbono y otras fuentes de nutrición. Asimismo, el HLP recomienda poner  una muy alta prioridad en trabajar de manera coordinada y colaborativa para hacer de la pesca una actividad sostenible, al tiempo que se asegure la resiliencia de las pesquerías y las comunidades costeras a los efectos adversos del cambio climático, además de implementar controles mucho más estrictos a la sobrepesca y la pesca ilegal.

Pesca sostenible y pesquerías resilientes al cambio climático

Desde hace años, el cambio climático ha afectado la distribución y abundancia de muchas de las poblaciones de peces y moluscos que sustentan las pesquerías en México y el mundo, lo que ha resultado en sobrepesca y otros conflictos derivados de alteraciones en el acceso y distribución de los beneficios pesqueros.

Estos cambios en las pesquerías son desafíos que ya se han comenzado a atender con la participación de comunidades, expertos, sociedad civil y, por supuesto, con algunas acciones de gobierno. Sin embargo, en nuestro país, la visión sostenible de políticas de manejo pesquero adaptativo, monitoreo y nuevas tecnologías, así como la adopción de diversas reglas de control, todavía no son prácticas de manejo generalizadas y plenamente adoptadas. Adicionalmente, existen resistencias naturales en el sector hacia estas nuevas propuestas; sin embargo, es momento de anteponer la preservación de los ecosistemas marinos, la viabilidad económica de la pesca y el bienestar social de quienes de ella dependen en nuestro país. La  adaptación de nuestras pesquerías al cambio climático debe ser una prioridad de la agenda nacional. Nuestro futuro depende, en buena medida, de lograrlo con éxito.

En materia de políticas públicas, es clara la urgencia de abordar las necesidades del sector pesquero desde una perspectiva amplia e integral, que contemple tanto las necesidades y las implicaciones para la industria, como aquellas relativas al sector ribereño. Las soluciones deben tomar en consideración aspectos biológicos, económicos, sociales, de organización y gobernanza del sector pesquero, pero también reconocer su estrecha relación con otros sectores de actividad económica directamente relacionados con el mar.

Necesitamos una visión sostenible e integral de la pesca para poder asegurar pesquerías resilientes y recursos marinos abundantes, aún frente al cambio climático. Esto es posible si trabajamos en acciones muy puntuales:

  1. Utilizar el conocimiento científico para comprender con certeza el reto que enfrentamos con el cambio climático y, a partir de ello, desarrollar soluciones viables y bien fundamentadas.
  2. Definir una visión de política pública pesquera y un conjunto de prioridades compartidas por todos los participantes: pescadores, productores, distribuidores, comunidades, consumidores, en donde las soluciones y los programas de gobierno tomen en cuenta las necesidades y los impactos de las decisiones, logrando así un escenario de ganar-ganar para los humanos y para nuestro medio ambiente.
  3. Construir y fortalecer las capacidades locales para la adaptación de nuestras comunidades costeras al cambio climático y de las prácticas pesqueras, a través de modelos de manejo y gobernanza sostenibles.
  4. Articular adecuadamente la acción colectiva necesaria para lograr un ordenamiento pesquero que garantice la resiliencia de nuestras pesquerías al cambio climático.

El desafío que impone el cambio climático a nuestro planeta y a la humanidad es mayúsculo. En el caso específico de la actividad pesquera, está en riesgo una importante fuente de empleo, alimentación y prosperidad para los mexicanos. Sin embargo, aún estamos a tiempo para enfrentar con éxito el reto si enfocamos los esfuerzos de todos los participantes y de los distintos órdenes de gobierno en el establecimiento de una agenda integral, colaborativa e incluyente, con visión sostenible, que nos permita fortalecer las capacidades y la gobernanza de nuestras pesquerías y lograr su adaptación y su resiliencia al cambio climático. Las posibilidades son muchas; el tiempo es corto.