Programas de observadores a bordo y sus beneficios más allá de la pesca

  • La industria pesquera, la ciencia, el manejo y los ecosistemas se benefician de estos programas, que también aportan de manera importante al diseño regulatorio y de política pública
  • El programa permite un seguimiento detallado de algunos de los cambios que ocurren en los ecosistemas y su posible relación con procesos climáticos globales

Los programas de observadores a bordo representan una gran oportunidad para demostrar el compromiso de los productores con el cumplimiento regulatorio y con el manejo sostenible y responsable de los recursos naturales. La presencia de los observadores implica el desarrollo de una relación muy cercana con el pescador, al compartir un espacio de trabajo naturalmente difícil y riesgoso, así como la construcción de la confianza que se requiere para cambiar la forma en la que, tradicionalmente, se hacían las cosas, para adoptar otra, que, en algunos casos, se contrapone con la necesidad de generar suficientes ingresos.

Para los pescadores de la pesquería de merluza en el Golfo de California, concretamente en Puerto Peñasco y Guaymas (Sonora), así como para los de San Felipe (Baja California), los observadores a bordo representan un aliado fundamental para mostrar al mundo las buenas prácticas de esta pesquería en términos ambientales y, también, en el cumplimiento regulatorio. De hecho, han sido los propios productores de merluza quienes, de manera voluntaria, han tenido la iniciativa de apoyar este programa y fomentar la participación de cada vez más embarcaciones.

En el año 2013, productores de merluza se acercaron a EDF de México para solicitar apoyo en el diseño de un programa de cuotas que ayudara a garantizar la sostenibilidad del recurso en el largo plazo y, a la vez, documentar de manera sistemática el carácter respetuoso del medio ambiente de esta importante pesquería para la región.

2015 fue cuando inició de manera formal el programa de observadores, logrando, desde entonces, una cobertura promedio de entre 15 y 20 por ciento de todas las embarcaciones que participan de esta pesquería. El programa ha documentado de manera sistemática aspectos como áreas de pesca, composición de la captura, captura por unidad de esfuerzo, tipo y volumen de los descartes, cuantificación del by-catch y eficiencia en el procesamiento abordo, entre otros.

Beneficios más allá de la pesca: ciencia, manejo y regulación

Sin embargo, los beneficios del programa de observadores se extienden más allá del plano meramente pesquero: al ser una de las pocas pesquerías que se desarrolla en aguas profundas en esta región, ha permitido generar información sobre otras especies que, por lo general, escapan a la atención de las autoridades e incluso de los científicos. Es así como ahora sabemos detalles sobre la biología reproductiva de algunas especies distintas a la merluza, la presencia de otras poblaciones que no se habían reportado para esa región del país, y se han logrado estudiar algunas otras comunidades biológicas que habitan en el fondo del Golfo de California.

Todos estos hallazgos contribuyen a una mejor comprensión de los ecosistemas regionales y nos permiten diseñar estrategias para su aprovechamiento de manera sostenible. De igual forma, solidifican los lazos de cooperación entre la industria pesquera, los científicos, las autoridades y las organizaciones de la sociedad civil, generando así una plataforma de trabajo común que beneficia a todos.

Otro elemento importante en torno al cual se está generando información a través del programa de observadores de la pesquería de merluza del Golfo de California, es el seguimiento a los potenciales efectos del cambio climático en los ecosistemas y pesquerías de esa región. Dada la generación continua de información relacionada con las áreas de pesca, temporalidad, abundancias, composición de las capturas y demás aspectos propios del trabajo de los observadores, es posible tener un seguimiento bastante detallado de algunos de los cambios que ocurren en los ecosistemas y su posible relación con procesos climáticos globales que pudieran estar afectando a esta región, lo que nos permitirá no sólo entender mejor estos procesos, sino mitigarlos de manera más efectiva.

En términos del manejo de la pesquería, este programa contribuye de manera importante a generar datos que permiten a las autoridades tomar decisiones más informadas y ajustadas a las necesidades reales del propio sector. Por ejemplo, el programa ha permitido conocer de manera precisa los niveles de mortalidad por pesca que la flota ejerce sobre las poblaciones de merluza, lo cual, a su vez, es fundamental para determinar los volúmenes de captura que se pueden aplicar de manera sostenible cada año en la pesquería.

Asimismo, el conocimiento detallado de las artes de pesca utilizadas permite el diseño de regulaciones más eficientes, que ayuden a proteger a otras especies sin afectar de manera negativa los costos operativos de la flota. Finalmente, la combinación de información dependiente de la pesquería (observadores) con los datos de los cruceros de investigación del Instituto Nacional de Pesca y Acuacultura (INAPESCA), permite generar modelos de evaluación más robustos, que se ajustan a la dinámica de las especies, permitiendo un manejo cada vez más efectivo y participativo.

¿Qué viene para la pesquería de merluza?

Como sabemos, el 2020 fue un año con acontecimientos inesperados por la pandemia. Sin embargo, no todo fue negativo. Para la pesquería de merluza se empezó a cristalizar este gran esfuerzo de conocimiento y documentación, en instrumentos normativos como el borrador para el Plan de Manejo Pesquero y la propuesta de NOM, que se encuentra en un proceso de franco avance. Ambos instrumentos garantizarán la explotación sostenible de este importante recurso y, seguramente, sentarán las bases para que, a través de la participación de pescadores, científicos, autoridades y sociedad civil, se pueda transformar la pesca industrial en una región que ha sido catalogada como «el acuario del mundo». Estas propuestas regulatorias hubieran sido imposibles sin la existencia del programa de observadores a bordo.