2021-2030, el decenio decisivo para la ciencia oceánica y la resiliencia climática

  • El epicentro de la afectación originada por el cambio climático es el océano; pensar en un futuro sostenible está intrínsecamente ligado a la salud oceánica.
  • Este Decenio alineará los intereses, inversiones e iniciativas de cada país, en torno a prioridades más comunes, asegurando financiamiento y apoyo a las ciencias oceánicas, creando mejores condiciones para el desarrollo sostenible del océano.
 

«El Decenio brindará a las naciones una oportunidad única en la vida para trabajar juntas por generar las ciencias oceánicas necesarias a nivel mundial a fin de lograr el desarrollo sostenible del océano que todos compartimos.» -ONU

 

En 2017, la ONU proclamó el Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible, de 2021 a 2030 como una oportunidad única para establecer un marco que garantice que las ciencias oceánicas sean un elemento central en la toma de decisiones, de cara al cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

El Decenio tiene como objetivo principal la movilización de varios sectores: gobiernos, sociedad civil organizada, empresarios y, en especial, a la comunidad científica para concentrar sus esfuerzos, pero, sobre todo, recursos que financien el trabajo científico relacionado con el océano. Esto podrá garantizar la alineación de intereses, inversiones e iniciativas en torno a prioridades más comunes y generales, asegurando un resultado en el que las ciencias oceánicas ayuden al planeta a crear mejores condiciones para el desarrollo sostenible de los océanos.

Sin embargo, como plantea el propio Plan de Ejecución del Decenio, «no se puede gestionar lo que no se comprende, y muchos aspectos de los océanos siguen constituyendo un misterio». Por ello, el apoyo a la investigación de las ciencias oceánicas es necesario: su contribución permite a los gobiernos tomar mejores decisiones. La información científica está sujeta al reto de renovarse y estar siempre al día, y si esto no es posible, tampoco lo serán los cambios que necesitamos implementar en el largo plazo.

Salud oceánica, COVID-19 y sostenibilidad

El dato irrefutable es que toda la vida en la tierra depende del océano. Pensar en un futuro sostenible para los hijos de nuestros hijos está intrínsecamente ligado a la salud oceánica. El cambio climático es la principal amenaza que enfrentamos como humanidad y está afectándolo todo: los patrones de clima, las tierras de cultivo, las fuentes de agua dulce y diversos hábitats de plantas y animales; sin embargo, el epicentro de esta afectación es el océano.

Lograr una gestión cuidadosa de este recurso mundial esencial es clave para lograr ese futuro sostenible. No obstante, en la actualidad existe un deterioro continuo, causando un efecto adverso sobre el funcionamiento de los ecosistemas y la biodiversidad, así como dificultades para mantener pesquerías sanas y sostenibles y de acceso a los recursos, sobre todo por parte de las comunidades costeras.

La pandemia de COVID-19 cambió nuestro mundo y sus efectos han puesto a la ciencia y la investigación al centro de muchos debates en torno a la prevención, las vacunas y las posibilidades de una mejor gestión a problemas similares en el futuro. Dicho esto, sus efectos también se sentirán en el océano, que desempeñará un papel relevante en la recuperación social y económica post-pandemia. No es menor que, en diciembre de 2020, los 14 líderes mundiales que conforman el Panel de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible (HLP, por sus siglas en inglés), hayan respaldado una serie de acciones y compromisos para la inversión en el océano y su gestión sostenible, poniéndolo al centro de las soluciones a muchos de los desafíos del planeta.

El Decenio y la oportunidad para México

Somos un país costero muy importante y ahora tenemos una gran oportunidad para desarrollar más ciencia relacionada con el océano. Se requiere asignar mayor presupuesto para la investigación y la ciencia, así como más orden, regulación eficaz en el sector pesquero y medioambiental, políticas públicas robustas, la aplicación estricta de la ley para acabar con la pesca furtiva e ilegal, que amenaza tanto a la biodiversidad como a las comunidades costeras que han hecho un esfuerzo por integrar prácticas sostenibles y responsables en la pesca.

Actualmente, nuestro país es parte de numerosos instrumentos de cooperación internacional encaminados a proteger el océano y sus ecosistemas, entre ellos el HLP mencionado más arriba. También es Parte del Acuerdo de París, el cual entró en vigor en 2016, en el marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que es un mecanismo jurídicamente vinculante y representa un hito en la cooperación internacional.

El momento de la ciencia y los océanos

Las decisiones más responsables se toman con base en la mejor ciencia disponible, de esto no quedan dudas. Sin embargo, para contar con datos que ayuden al desarrollo de metodologías y sistemas de monitoreo, observación, predicción y apoyo a la salud y a la resiliencia oceánica y de las comunidades costeras, hay que invertir más recursos para el fomento de la investigación, la educación, formación, sensibilización social y la búsqueda de la equidad, la garantía al acceso a la información, así como la innovación tecnológica.

Proteger nuestros océanos debe convertirse en una prioridad nacional, donde los tres órdenes de gobierno, organizaciones de la sociedad civil, académicos, científicos y otras personas expertas, podamos trabajar juntos y de manera colaborativa para aportar propuestas y soluciones.