Las vedas como oportunidad para la pesca responsable y sostenible

Cuando pensamos en una veda, casi siempre pensamos en una restricción. Pero contrario a lo que podría parecer, son una oportunidad. En pesquerías, cuando hablamos de una veda, podemos verla desde distintos ángulos: Si somos pescadoras o pescadores, tendremos que dejar de pescar una o varias especies durante un tiempo determinado, con las repercusiones que ello conlleva a nuestro ingreso familiar; si  nuestro giro es la comercialización, debemos identificar alternativas comerciales que nos permitan ofrecer opciones a nuestros clientes; si nuestro gremio es la preparación o venta de alimentos, tendremos que prescindir de ese producto y ofertar otras opciones; desde la administración pesquera, evaluar una pesquería requiere de un análisis detallado y del consenso del sector pesquero; finalmente, desde el lado del consumo, quizá tengamos que privarnos de comer nuestro platillo favorito por un tiempo.

En México, las vedas se encuentran reconocidas en la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables y son publicadas a través de Acuerdos o Normas Oficiales. De las 80 pesquerías marinas que describe la Carta Nacional Pesquera, 21 ya cuentan con Acuerdos de veda, protegiendo así alrededor de 147 especies de interés comercial de las 735 identificadas por la Carta; algunas de estas vedas son permanentes y otras temporales, sin embargo, dependiendo de nuestro papel en la cadena productiva, la administración pesquera, o sólo como consumidores, durante una veda tenemos una serie de desafíos.

Para el manejo pesquero, una veda es una herramienta de manejo pesquero que restringe la captura de una o más especies durante un tiempo o espacio determinado, ayudando así al ordenamiento pesquero. Los administradores pesqueros las implementan para que un recurso determinado pueda completar una etapa específica de su ciclo de vida, también pueden ayudar a proteger a las especies que se encuentren con una categoría especial de protección y que su pesquería necesite recuperarse bien, en caso de tratarse de una pesquería que pueda incidir sobre otras especies, una veda las protege a todas. En el caso de las vedas espaciales, estas ayudan a que un ecosistema o un hábitat tengan menor perturbación durante un tiempo específico.

Así pues, las vedas son una oportunidad para el manejo de nuestras pesquerías y la identificación de nuevas estrategias para nuestros mercados.  Durante una veda, las especies que se aprovechan pueden reproducirse y así asegurar que la población natural y la pesquería tengan una continuidad en el tiempo. Para algunas pesquerías, la veda se estableció con base en el ciclo reproductivo de una sola especie, la cual funge como «sombrilla» protegiendo también a otras especies que son capturadas en la pesquería.

Por ejemplo, la veda de mero en el Golfo de México restringe la captura de meros durante los meses de febrero y marzo, fue establecida con base al ciclo reproductivo del mero rojo, sin embargo, protege a otras 20 especies de meros que también se capturan en el Banco de Campeche.  Al igual que esta veda, otras pesquerías como la de tiburones, camarón o pulpo, (denominadas multiespecíficas porque pueden llegar a capturar a más de una especie) permiten que las otras especies que también se capturan, puedan crecer o incorporarse a la población reproductiva.

Al final de una veda el trabajo apenas comienza. Quienes se dedican a la pesca, deben prepararse para iniciar la temporada de pesca, desde el mantenimiento de sus embarcaciones y la habilitación de sus artes de pesca, así como asegurarles a sus familias una manutención durante su ausencia. Por otro lado, los administradores pesqueros, durante y después de la veda, tienen la responsabilidad de evaluar los recursos e identificar si la veda ha resultado positiva para la recuperación de una especie, si su salud poblacional esta en buenas condiciones y si se logró proteger el periodo reproductivo. De igual manera, las estrategias para la inspección y vigilancia deben continuar durante ambos periodos, así como todos sus esfuerzos para contar con pesquerías ordenadas (identificar a todos los usuarios, asegurarse de que identifican las reglas para cada pesquería y que la realizan acorde al manejo identificado para cada una de ellas).

Los retos para la comercialización y distribución de productos del mar durante y después de una veda también son grandes, pues se buscará mantener los mercados abastecidos con especies de interés o bien, de aquellas que generen una alternativa que satisfaga la demanda. Como consumidores, nuestro principal reto es, en la medida de lo posible, tratar de estar informados sobre el origen de los productos que consumimos. 

Las vedas son un reto, pero también una oportunidad, independientemente del papel que juguemos dentro de la cadena productiva de la pesca, implementar, evaluar, respetar y conocer las medidas de manejo de una pesquería nos conduce a una responsabilidad colectiva sobre la sustentabilidad de los recursos pesqueros y, por ende, de la salud de los ecosistemas, lo cual veremos reflejado en la continuidad de una actividad productiva tan importante como la pesca y, por supuesto, continuar disfrutando de nuestros platillos favoritos.