El mar es esperanza. Cuando era niña, me gustaba acompañar a mi abuelo a las plantas de pescado, donde miraba a muchas mujeres trabajando; o salir al mar con mi papá y volver a casa con la panga llena de pescado que después limpiábamos y vendíamos en familia. Y es que el mar nos lo dio todo: unión, riqueza y fortaleza espiritual. Hoy, como madre de dos niños pequeños, me toca retribuir al mar para que mis hijos puedan seguir viviendo de él de manera digna, así como educarles para que aprendan a amarlo y respetarlo como ese gran repositorio de vida que es. Por esa razón, en 2013 me uní al Monitoreo Administrativo Comunitario, con la intención de generar más información que ayude a defender la pesca ordenada y responsable, para que así el mar continúe siendo nuestro motor de vida.
La pesca como motor de la comunidad
En mi comunidad, el Golfo de Santa Clara, Sonora, la pesca es nuestra principal actividad. Somos una comunidad pesquera de la región del Alto Golfo de California, donde habitamos cerca de 4 mil personas; casi todas y todos tenemos una relación con la pesca, ya que 9 de cada 10 personas que vivimos en la localidad nos dedicamos a esta actividad, desde quienes salen al mar, hasta quienes se encargan de preparar todo para salir, y luego, recibir el producto, procesarlo y venderlo.
Una de las pesquerías en las que precisamente participa toda la comunidad es la pesquería de curvina golfina (Cynoscion othonopterus). La curvina es una especie que sólo se pesca entre los meses de enero y mayo, cuando sube a reproducirse al Delta del Río Colorado. Es, además, una de las pesquerías más reguladas de México, por su importancia social y económica en la región, así como por estar dentro de la Reserva de la Biósfera del Delta del Río Colorado y Alto Golfo de California.
Es por ello que, en 2010, la pesquería inició del diseño de un programa de manejo compartido por cuotas, con la finalidad de promover su aprovechamiento sostenible, así como un desarrollo ordenado de la actividad para mantener el modo de vida de las comunidades. En este marco, se integró el Monitoreo Administrativo Comunitario con la intención de recopilar información sobre las capturas que pudiera ser de utilidad tanto a pescadores y pescadoras como a la autoridad.
El Monitoreo Administrativo Comunitario es una herramienta muy útil para la defensa de la pesca y la sostenibilidad. Hace más de 10 años, antes del manejo compartido por cuotas, la pesquería de curvina iba rumbo a la sobreexplotación y el caos. No había control respecto a quién pescaba y cuánto pescaba, eso generaba una sobrepesca, los precios bajaban hasta 60% en un solo día y, en consecuencia, vivíamos en una carrera por la pesca que muchas veces terminaba en tragedia con embarcaciones que volcaban en el mar en esa competencia por salir a pescar más y más.
Fue así que en 2012 la pesquería empezó a operar bajo un esquema de cuotas individuales de captura y, para poder tener un mejor seguimiento de quién pesca y cuánto pesca, se echó a andar el Monitoreo con el apoyo del Gobierno Federal, gobiernos de los estados de Sonora y Baja California, organizaciones pesqueras, compradores y organizaciones de la sociedad civil como EDF de México.
El monitoreo como una herramienta para comunidades más resilientes
En el programa participamos más de 80 personas en los estados de Sonora y Baja California, la mayoría de ellas somos mujeres y jóvenes que buscamos apoyar a la pesca generando más y mejor información. Para eso desarrollamos sistemas digitales y análogos para registrar quién sale al mar, cuándo, por dónde y a qué hora, así como a qué hora regresa, qué pescó, dónde pescó, a quién y a cuánto lo vendió. A través de la app WebControl Pesca y códigos QR podemos registrar de manera inmediata los datos de las personas y embarcaciones autorizadas que salen al mar, así como su regreso y capturas.
Esta información es útil para pescadores y pescadoras porque les permite demostrar que están haciendo las cosas bien -es decir, que salen al mar por los lugares y horas acordadas, con las artes de pesca autorizadas, con permiso de pesca vigente, respetando su cuota individua y cumpliendo con la normatividad vigente- y planear mejor su actividad, tomando en cuenta los precios del día y las condiciones del mercado. Al mismo tiempo, le ayuda al gobierno a conocer mejor cómo se comporta la pesquería y a tomar decisiones considerando tanto al recurso, como a las comunidades. Es una manera de hacer equipo entre pescadores y autoridades, así como entre hombres y mujeres.
Al inicio, no fue sencillo. Los pescadores no querían compartirnos información porque creían que la usaríamos en su contra. Sin embargo, poco a poco han ido viendo los beneficios de tener datos sobre sus actividades en la pesquería, sobre todo cuando en 2018 se decretó una suspensión de pesca en el Alto Golfo para proteger a la vaquita marina. En ese momento, gracias a la información generada en el monitoreo y al seguimiento satelital de las embarcaciones legales, se pudo demostrar que los pescadores legales de curvina no tenían interacción alguna con la vaquita o totoaba, por lo que pudieron seguir operando.
Hoy, el monitoreo cuenta con el respaldado de los pescadores y la comunidad, pues saben que la información es suya y que les puede ayudar a mantener su forma de vida. Tan es así que durante 2020 y 2021, cuando operamos de manera voluntaria y sin el apoyo financiero del Gobierno Federal, recibimos muchas muestras de apoyo y solidaridad por parte de la comunidad y los pescadores para seguir realizándolo.
Las mujeres del monitoreo hacemos equipo, no competimos
En la pesca, las mujeres jugamos un papel fundamental: somos la mano derecha del hombre y, aunque parezca que ellos son los únicos que trabajan porque son quienes salen a pescar, las mujeres estamos ahí, hombro con hombro. Desde antes de que salgan al mar, preparando lonches y embarcaciones; hasta que el pescado se vende y procesa, pues quienes generalmente limpian, venden y procesan el pescado somos las mujeres, dándole valor agregado a la actividad pesquera. Se podría decir que somos un equipo y no podríamos trabajar uno sin el otro.
En el caso del monitoreo, mi comunidad no sólo comparte esta visión, sino que la apoya. Aquí todos y todas dependemos de la pesca y tenemos algo que aportar para lograr hacerla sostenible y ordenada. En el caso de los hombres que salen al mar, es respetando la normatividad mientras trabajan; en el nuestro, es generando información que ayude a cuidar el recurso y a defender a quienes hacen las cosas con apego a la normatividad.
Expandir el monitoreo: Una esperanza para el Alto Golfo
A lo largo de 10 años hemos visto los beneficios que el monitoreo ha traído para la pesquería de curvina golfina y ahora queremos llevarlo a un nivel regional. Queremos que más pesquerías del Alto Golfo de California, que carecen de un control de capturas, puedan tener una herramienta que les permita mejorar sus prácticas, ser más ordenadas y responsables. Queremos que más mujeres y jóvenes se involucren en el manejo de sus pesquerías; y que más comunidades de la región tengan en sus manos datos que los respalden para que con certeza puedan defenderse cuando alguien les diga que no saben cómo cuidar la vida que hay en el mar.
Por esa razón, desde 2019 un grupo de monitores de Baja California y Sonora, acompañados por EDF de México, hemos emprendido un proceso de fortalecimiento regional para que el monitoreo pueda ser autogestivo y resiliente. Es decir, para que podamos hacerlo sin depender de terceros para financiarlo y operar. Queremos ofrecer estos servicios y herramientas a otras pesquerías interesadas en tener un manejo sostenible. Si el monitoreo crece y se fortalece, sin duda la pesca y las comunidades del Alto Golfo también lo harán.
Finalmente, quiero invitarles a que se sumen a generar más conciencia en torno a lo que cada quien puede aportar a la pesca y lo asumamos, no importa si eres hombre, mujer, joven o mayor; si trabajas en el sector pesquero, en el gobierno o en la comercialización. Si reconocemos el valor que tienen nuestros recursos y nuestra capacidad para innovar y promover una actividad ordenada y responsable, podremos asegurar una pesca fuerte, próspera y sostenible por muchos años. Tengo esperanza en un mejor futuro para mis hijos y tengo confianza en que trabajando juntos y juntas lo vamos a lograr.