«La vida gira en torno al clima», dice José Luis (Pepe) Gerhartz, especialista en conservación del Corredor Biológico en el Caribe, una iniciativa conjunta entre Cuba, República Dominicana, Haití y Puerto Rico. El conocimiento científico generado por Pepe, entre muchos otros expertos dedicados al estudio del clima, indica que el cambio climático está provocando alteraciones drásticas a nuestros océanos. Estas alteraciones están afectando inevitablemente a los ecosistemas marinos y a los millones de personas que dependen de los servicios que estos prestan.
Actualmente, los cambios de las corrientes marinas, de la temperatura del mar, y de mucho otros procesos en los océanos están afectando la abundancia y la distribución de las especies marinas, impactando negativamente a las pesquerías. Algunos organismos podrán adaptarse, migrando en busca de mejores condiciones. Sin embargo, muchos otros no lo conseguirán con éxito, lo que podría reducir la capacidad del océano para prosperar y nutrir al mundo.
¿Qué significa la pesca resiliente para las zonas tropicales?
Los cambios en el océano afectarán a todo el mundo, pero las regiones tropicales son particularmente vulnerables a las pérdidas de producción pesquera a medida que las especies migran hacia los polos en busca de aguas más frías. Esto incluye a los 40 millones de personas que viven en el Caribe, cuyas economías dependen, en gran medida de las actividades marinas, incluida la pesca y el turismo marino-costero. Más de siete mil islas caribeñas forman un mosaico incomparable donde se fusionan diversas culturas, idiomas y paisajes intricados.
Gracias a esta diversidad y a los servicios que presta, sus habitantes han podido hacer frente a las adversidades del clima y otros desafíos a través de los siglos. Sin embargo, el cambio climático trae consigo efectos sin precedentes en la historia de la humanidad. El futuro de nuestras conexiones con el mar, incluida la pesca, depende de nuestra resiliencia, un concepto definido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como “la capacidad de las comunidades para anticiparse a las crisis y recuperarse de manera oportuna, eficiente y sostenible”.
EDF junto con varios socios regionales, como la Iniciativa del Corredor Biológico en el Caribe (CBC) y la Oficina Regional para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), trabajan para lograr ecosistemas saludables y océanos que beneficien a las comunidades costeras. Conjuntamente, estas organizaciones realizaron el seminario virtual «Pesquerías resilientes al cambio climático en el Caribe», con un enfoque en Cuba, República Dominicana y Puerto Rico. El seminario tuvo lugar los días 28 de septiembre, 5 y 12 de octubre de 2021, reuniendo a 140 personas de 16 países para intercambiar experiencias e impulsar colaboraciones regionales en torno a la resiliencia pesquera.
En el evento, el Dr. Manuel Barange, Director de la División de Recursos y Políticas pesqueras y acuícolas de la FAO, impartió una conferencia magistral sobre la perspectiva global propuesta por la FAO para guiar la gestión adaptativa de la pesca al cambio climático. Dado que cerca del 12% de la población mundial depende de la pesca y la acuicultura, el Dr. Barange hace un llamado a la acción inmediato y urgente: «con los impactos del cambio climático en las pesquerías no se trata solo de minimizar el daño, ni de mantener el status quo, sino también de maximizar las oportunidades». Explicó que, dada la estrecha relación entre las comunidades pesqueras y nuestros océanos, no es suficiente simplemente proteger el mar. Se requieren acciones de manejo dinámicas y ambiciosas para lograr pesquerías y ecosistemas saludables. No hay mayor motivación que el cambio climático para atender esta llamada.
En los trópicos, un desafío común es que muchas de las pesquerías son multi específicas y de pequeña escala. Esto las hace más complejas , pues a menudo involucran muchos sitios de desembarque y varios tipos de artes de pesca que capturan diferentes especies a la vez. Esta complejidad, exacerbada por el cambio climático, dificulta el monitoreo y la evaluación de las poblaciones de peces para establecer una gestión pesquera adecuada. Afortunadamente, hemos aprendido que las comunidades y los gobiernos del Caribe tienen un amplio portafolio de herramientas para continuar aumentando su resiliencia en la pesca y en otros sectores.
¿Cómo progresan los países hacia la pesca resiliente?
La propuesta del Dr. Barange es factible. Para lograrlo se requiere una gestión pesquera efectiva que promueva el uso sostenible de los recursos pesqueros basados en diversos objetivos socioeconómicos. En Cuba, la recientemente aprobada nueva ley de pesca requiere investigación científica y un consejo asesor para guiar la gestión pesquera. En la República Dominicana, se identifican áreas prioritarias para la gobernanza pesquera, donde se promueve la diversificación de productos y mercados, así como el liderazgo comunitario. En Puerto Rico, acuerdos locales prohíben eficazmente el aleteo de tiburón. Estos son algunos ejemplos de gestión pesquera efectiva, entre muchos otros en el Caribe.
El uso de la ciencia y de datos es esencial. El seminario destacó algunos de los muchos avances científicos que se están realizando en la región del Caribe para entender las tendencias de la biodiversidad, la producción pesquera y los efectos del clima en las comunidades costeras. La investigación para comprender los impactos climáticos a escala local que son más relevantes para la toma de decisiones de las comunidades en el Caribe seguirá siendo una herramienta importante para prepararse para el cambio climático.
Además, la investigación que se centra en tendencias más amplias, como las evaluaciones regionales de la vulnerabilidad climática y las predicciones de cambios en la distribución de especies dentro y fuera de la región del Caribe, puede ayudarnos a entender cómo los impactos climáticos se extienden más allá de las jurisdicciones locales y nacionales. Estos esfuerzos científicos nos ayudarán a interpretar los desafíos del cambio climático a los que se enfrentarán las comunidades para que puedan estar mejor preparadas.
Dada la naturaleza cambiante de las pesquerías exacerbada por los impactos del cambio climático, los administradores de pesquerías deben estar preparados para revisar y modificar continuamente sus objetivos basado en los resultados del monitoreo. Esta flexibilidad inherente debe ser colaborativa e involucrar a tantos actores como sea posible para garantizar su éxito: la gestión debe ser participativa. En Puerto Rico, las cooperativas pesqueras promueven la comunicación y la cohesión social, facilitando las conexiones entre la ciencia, el manejo y las políticas pesqueras con el trabajo en el agua. En Belice, el comanejo pesquero es un pilar de su sistema nacional de «acceso gestionado», promoviendo la responsabilidad compartida entre los diversos actores e impulsando la toma de decisiones en respuesta a los rápidos cambios en las variables ecológicas y socioeconómicas. Al incorporar múltiples voces y perspectivas en todas las fases de la gestión pesquera, se maximiza su eficacia y distribución de costos y beneficios.
Cuando el cambio es la única variable constante, la gestión efectiva y participativa también debe ser contar con enfoque precautorio y establecer sistemas para hacer frente a la incertidumbre y el riesgo. Incluso cuando no tenemos acceso a toda la información sobre los impactos potenciales del cambio climático, la gestión pesquera puede y debe operar a pesar de esta incertidumbre mediante la aplicación de sistemas flexibles. En la República Dominicana, Cuba y otros países del Caribe se aplica el enfoque precautorio para actuar con cautela y eficacia. Ya existen varias herramientas para evaluar los riesgos relacionados con el cambio climático. Estos permiten definir objetivos para la pesca teniendo en cuenta los cambios en la distribución futura y la productividad de diversas pesquerías o centrar los esfuerzos sostenibles en las especies menos vulnerables a dichos cambios, protegiendo al mismo tiempo a las más vulnerables.
Finalmente, este sistema efectivo, participativo y precautorio también debe ser adaptativo. Las estrategias de gestión son «experimentos» que deben ser constantemente analizados y reevaluados. En Cuba, la pesca de la langosta considera diversas variables climáticas para decidir cómo modificar los parámetros de captura de manera adaptativa, logrando mantener sus poblaciones estables y productivas. La acuicultura también es una importante estrategia de adaptación, priorizada por naciones de todo el mundo como una alternativa para continuar alimentando a millones de personas y disminuir la presión sobre las pesquerías de captura silvestre.
Una nueva oportunidad para avanzar juntos
Un ejemplo de colaboración de la región es el proyecto «Aplicación de soluciones basadas en la naturaleza para aumentar la resiliencia costera y la capacidad de adaptación al cambio climático en áreas protegidas de Cuba”, apoyado por el Fondo para la Biodiversidad del Caribe (CBF) y coordinado por el Centro Nacional de Áreas Protegidas de Cuba (CNAP) y Wildlife Conservation Society (WCS), junto con EDF y varias instituciones cubanas. Este proyecto diseñará e implementará soluciones basadas en la naturaleza para lograr una mayor resiliencia socioecológica en las áreas marinas protegidas de Cuba y las comunidades costeras asociadas; y la reducción los riesgos climáticos para las personas frente a eventos climáticos extremos, el aumento del nivel del mar y a pesquerías menos productivas. El trabajar juntos con asociaciones sólidas para encontrar soluciones creativas a los desafíos que traerá el cambio climático ofrece esperanza para la protección de los recursos marinos y mejoras en los medios de vida de las comunidades en el Caribe, a pesar de los desafíos del cambio climático.
Este seminario mostró que hay avances significativos con respecto a la pesca sostenible en el Caribe y en el resto del mundo. Sin embargo, los esfuerzos aislados no son suficientes. La interconectividad ecológica y socioeconómica que gobierna los sistemas pesqueros en el Caribe requieren una mayor integración y cooperación entre los países de la región. Se necesitan plataformas para facilitar la coordinación entre las comunidades que pescan en las mismas aguas y para crear nuevas oportunidades para unir a las comunidades costeras, los científicos y las áreas marinas protegidas, desde una perspectiva regional. La Iniciativa del Corredor Biológico en el Caribe (CBC) se está posicionando como una de estas plataformas a través de su mecanismo de gobernanza. Adicionalmente, EDF y varios socios regionales están dispuestos a seguir apoyando este trabajo regional.
Únete a EDF y muchas otras organizaciones en todo el mundo en esta oportunidad más para atender el llamado del Dr. Manuel Barrange - 2022 es el Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanales (AIPAA 2022).