¿A dónde van las toneladas diarias de CO2 emitidas por las actividades humanas? Quizá esto sea una sorpresa, pero la mayor parte de este gas es absorbido por los ecosistemas marinos. De acuerdo con las Naciones Unidas, pueden absorber hasta cuatro veces más dióxido de carbono que los ecosistemas terrestres.
Al CO2 capturado por los océanos, los ecosistemas costeros y los animales marinos se le conoce como «carbono azul». Desde inicios de la Revolución Industrial, los océanos han absorbido un tercio de las emisiones del CO2 producido por los humanos, lo cual ha desacelerado en gran medida el ritmo del cambio climático. Sin embargo, al absorber enormes cantidades de CO2, incrementa el riesgo de blanqueamiento de los corales, disminuye la biodiversidad marina y se altera el nivel de pH, entre otras consecuencias.
En este blog explicaremos qué especies y ecosistemas marinos son los más conocidos por absorber carbono azul, pero antes es importante entender qué papel juegan las zonas costeras y las zonas océanicas en el ciclo de carbono:
Las zonas costeras comprenden alrededor del 7% de la superficie terrestre, entre las que destacan las lagunas costeras, una importante fuente de carbono y nutrientes para los ecosistemas adyacentes. Las zonas costeras juegan un papel muy importante en el ciclo de carbono ya que sus flujos de CO2 son más grandes que en las zonas oceánicas.[1] [2]
En las zonas oceánicas, el principal punto de absorción de carbono ocurre entre la frontera aire-agua y en aquellos flujos que transportan carbono de la zona eufótica (zonas con luz) a las aguas profundas.[3]
Manglares y praderas marinas
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Los manglares y los pastos marinos absorben CO2 de la atmósfera y el agua a través de la fotosíntesis. También fijan el CO2 al suelo, al atrapar materia orgánica y fitoplancton (los cuales contienen carbono orgánico). Por otra parte, estos ecosistemas son clave para la supervivencia de cientos de especies y son barreras naturales contra los huracanes, ciclones y otros fenómenos naturales. Por ello debemos generar acciones que detengan su destrucción y ayuden a protegerlos y restaurarlos.
Marismas, pantanos y ciénagas
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Las marismas, pantanos y ciénagas absorben CO2 de sedimentos costeros, flujos de carbono y aguas oceánicas. También lo capturan de sedimentos flotantes que resultan de actividades humanas en terrenos cercanos. Estos ecosistemas funcionan como sitios de alimentación y descanso, convirtiéndolos en sitios clave para la vida de diversas aves y otra fauna silvestre.
Bosques de algas
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Los bosques de algas capturan CO2 a través de las frondas de las macroalgas. Cuando estas se desprenden y caen al suelo marino, se llevan el CO2 atrapado consigo y lo “almacenan” en el fondo del mar. Las algas sirven como refugio para diversas especies, así como alimento y son la base de comunidades marinas de gran productividad; las algas también se usan como alimento para los humanos y son la base de diversos productos, como los alginatos de gran relevancia para la conservación y elaboración de alimentos. La forma en que se cultivan, cosechan y usan las algas influye en el nivel de CO2 que estas son capaces de capturar.
Peces mesopelágicos
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Los peces mesopelágicos son bastante pequeños: miden entre 2 y 10 cm. Durante el día, permanecen en la “zona de penumbra” de los océanos (es decir, entre los 200 y 1000 metros de profundidad). Por las noches, suben a la superficie oceánica para alimentarse y, en cuanto comienza el amanecer, vuelven a las profundidades del océano. A este proceso se le conoce como “migración vertical” y es realizado por este tipo de peces alrededor del mundo. Cuando estos peces regresan a las aguas profundas, traen consigo carbono azul (presente en el fitoplancton y otras especies que comieron en la superficie). De esta forma, el CO2 es depositado en el fondo marino en forma de heces. Aún conocemos muy poco sobre estas especies, pero estudios recientes sugieren que podrían atrapar millones de toneladas de carbono al año.
Peces grandes y ballenas
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Los peces grandes y ballenas deambulan por las profundidades oceánicas, alimentándose de zooplancton (peces pequeños y crustáceos como el krill), los cuales se alimentaron de plancton que contiene CO2. Las ballenas y peces grandes “almacenan” grandes cantidades de carbono azul en sus cuerpos y, cuando mueren, sus cuerpos llegan al fondo marino, dejando al CO2 “atrapado”.
Los océanos, a través de sus ecosistemas y fauna marina, nos ayudan a disminuir el exceso de CO2 de nuestro planeta. No obstante, la sobrepesca, contaminación y destrucción de los océanos pone en peligro su habilidad para absorber CO2. Esto nos hace vulnerables, ya que cuando un ecosistema o proceso marino es destruido o alterado, el carbono azul es “liberado” y vuelve a la atmósfera. Esto podría incluso limitar la capacidad de atrapar CO2 y magnificar los efectos del cambio climático en el planeta. Conservar, manejar y restaurar los ecosistemas marinos, de la mano con la participación de todas y todos, así como el fortalecimiento de las políticas públicas y acciones que protejan la salud de estos grandes aliados nos ayudará a enfrentar mejor el cambio climático.
Blog editado por Nadia Olivares y Valentina Tostado a partir del sitio web Blue Carbon de Environmental Defense Fund: https://www.edf.org/bluecarbon
[1] Gattusso J.P., Frankingoullle M., y R. Wollast. 1992. Carbon and carbonate metabolism in coastal aquatic ecosystems. Anny.Rev. Ecol. Syst. 29:405-34.